Feliz día, papá.

Nunca he sido muy de celebrar los días dedicados a X personas. Siempre me ha parecido un invento de los grandes comercios para tener una excusa por la que gastarnos el dinero en sus tiendas. Pero este año… este año estoy más feliz que nunca de poder disfrutar del día del padre.

Pasamos la vida evitando celebrar este tipo de cosas hasta que llega el día en que te aterra no poder celebrarlas más. Hace poco menos de un año recordé todos los días del padre en el que no le había felicitado, no le había hecho ni una triste caricia para celebrarlo. Hace poco menos de un año recordé en un minuto todos los días que pasé sin abrazarle, sin dedicarle una sonrisa, enfadada con él o discutiendo por tonterías. Recordé la de navidades que no había tenido en consideración lo afortunada que soy de tenerle sentado a mi lado en la mesa compartiendo un gintonic y que quizá eso no volvería a ocurrir. La de cumpleaños suyos que no le había hecho sentir especial, o la de cumpleaños míos en los que preferí no pasarlos junto a él. La de besos que me había dejado en el camino o la de “te quieros” que no le había dicho. Me pesaba como una piedra sobre los hombros el haber perdido tanto tiempo de disfrutar con él y quién sabe, quizá ya no me quedaba tiempo de dárselo.

Gracias a Dios, este año nos ha hecho más fuertes a todos, a él también. Gracias a la vida podemos seguir teniéndolo al lado muchas navidades más, muchos cumpleaños más y muchos días del padre. No pienso perder ni un segundo de mi vida sin disfrutar de quienes más quiero. No quiero volver a sentir que se me escapa algo que siempre ha estado conmigo y no he sabido disfrutar.

Por mil segundos contigo.

PD: Hoy también me acuerdo de ti. Casi siempre lo hago. Eres una de las estrellas más grandes de mi cielo. Uno de los mejores. Es verdad eso de que la vida siempre se lleva a la gente buena, contigo nos hizo una faena enorme. Pero estás aquí siempre, es como si no te hubieras ido. Feliz día del padre y del tío. Te echamos muchísimo de menos.